Santo Domingo.- Las iniciativas de reemplazo de combustibles altamente contaminantes por otros más amigables con el ambiente se multiplican, aunque lentamente. A ello contribuye la labor que realizan instituciones oficiales como el Instituto de Innovación en Biotecnología e Industria (IIBI) y la Comisión Nacional de Energía (CNE), para la promoción de las ventajas que ofrecen combustibles limpios como el biogás y el gas de síntesis, en relación con los carburantes fósiles, como la gasolina, el diesel o el Gas Licuado de Petróleo (GLP).
La producción de energía utilizando desechos favorece doblemente al ambiente. Por ejemplo, el biogás se produce de desechos animales, que en vez de lanzarlos a un depósito o laguna al aire libre o a una cañada, son colocados en depósitos herméticamente cerrados, llamados digestores, que permiten su fermentación. De ese proceso resulta biogás y abono orgánico.
La producción de energía utilizando desechos favorece doblemente al ambiente. Por ejemplo, el biogás se produce de desechos animales, que en vez de lanzarlos a un depósito o laguna al aire libre o a una cañada, son colocados en depósitos herméticamente cerrados, llamados digestores, que permiten su fermentación. De ese proceso resulta biogás y abono orgánico.
En el país utilizan el biogás principalmente para cocer los alimentos, en reemplazo del GLP.
El encargado de la División de Energía Renovable del IIBI, Bolívar Rodríguez, considera que la producción de biogás para su aprovechamiento permite un efectivo control ambiental en puntos en donde se producen grandes concentraciones de desechos animales, como granjas de cerdo o de ganado vacuno.
El IIBI está promoviendo esa biotecnología entre productores porcinos de San Francisco de Macorís, Tenares, Salcedo y Nagua, con apoyo de la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID). Cuenta que han instalado cinco digestores en granjas de cerdo, cuya generación de biogás es utilizada para cocer los alimentos (de esa manera dependen menos del GLP).
Están instalando un nuevo digestor en un proyecto lechero en Mao que producirá energía para una planta eléctrica.
Un obstáculo para el desarrollo de esta biotecnología es que las entidades bancarias no financian su instalación.
Con pulpa de café
La CNE también acompaña varios proyectos en esa dirección. El director de Fuentes Alternas del organismo, Onil Abreu, dijo que han asesorado la instalación de entre ocho y 10 reactores para la producción de biogas a partir de diferentes materias primas.
Cita que en una finca de café de Jarabacoa instalaron dos reactores que funcionan con los desechos que se obtienen de despulpar el grano, los que se ponen a fermentar para la producción de biogás.
Ese combustible limpio ha permitido un ahorro del 50 por ciento de los recursos que destinaban para la compra de combustible para una planta eléctrica. Además, les provee un abono orgánico que utilizan en las plantaciones de café.
Una donación del gobierno de Austria, de $360,000 euros, permitirá a la CNE instalar entre 8 y 10 nuevos reactores.
“Comenzaremos en el proyecto Ysura, en Azua, donde hay de 500 a 600 cabezas de ganado. Utilizaremos el estiércol de las vacas para producir gas. En el proyecto tienen un complejo donde tabulan las vacas y necesitan mantener una planta de 100 kilovatios. Con ese gas que se va a producir ahí se eliminará totalmente el consumo de combustible fósil. Tenemos todos los estudios”, informa Abreu.
Los reactores ya instalados fungen como proyecto piloto con el interés de que los productores de carne o de leche conozcan las múltiples ventajas de aprovechar los desperdicios de la actividad que realizan.
El director de Fuentes Alternas de la CNE dijo que el organismo tiene el propósito de que en Moca cada granja porcina instale uno o varios reactores para disminuir la gran contaminación que produce esa actividad en el municipio.
Con cáscara de arroz y bambú
En Bonao, la empresa de capital estadounidense Koar Energy Resources desarrolla un proyecto modelo para la generación de gas de síntesis a partir de biomasa como el bambú y la cáscara de arroz.
Los planes de la empresa son ampliar la planta generadora de uno a diez megavatios a fin de inyectar esa energía limpia a la red.
A esos fines, recientemente, firmó un acuerdo con la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE).
“Es un proyecto aprobado. La CDEEE firmó con ellos la compra de toda la energía que produzcan. Lo único que necesitan es quien les siembre la materia prima. Cualquier biomasa. Ellos se instalaron en Bonao para aprovechar la cáscara de arroz”, dice Abreu.
GENERAN BIOGÁS CON PORQUINAZA
En Licey al Medio, Santiago, las granjas de cerdo aportan el 33 por ciento de la producción porcina nacional. La contaminación resultante de esa actividad económica llevó a los miembros de la Asociación de Porcicultores de Licey al Medio (Aporli) a la ejecución del proyecto “Aprovechamiento de la porquinaza para producir abono y energía”, con el acompañamiento del Centro de Orientación, Apoyo y Promoción a la Inversión (Coapi) y el apoyo financiero del Fondo de Inversión para la Protección Ambiental (FIPA).
El proyecto consistió en la sustitución de lagunas, donde depositaban las excretas de los cerdos, por biodigestores, que son grandes bolsas diseñadas de un plástico especial llamado poliestileno, con una válvula de seguridad para evitar el escape de gases.
Esas bolsas son colocadas en una fosa que puede tener hasta 20 metros de largo por dos de ancho. Esa infraestructura cuenta con un separador de sólidos.
Durante un mes las aguas residuales son depositadas en el biodigestor. Tras ese período unas bacterias empiezan un proceso de fermentación que desprende biogás o gas metano, combustible con el que los porcicultores generan energía para su actividad productiva y labores domésticas.
El agua, ya libre de contaminación, sirve como abono, que utilizan en pastizales y otros cultivos.
Un análisis comparativo de la inversión mensual en combustible de una granja que instaló un biodigestor arrojó una reducción de 60 por ciento en la compra de GLP y en el pago de la factura eléctrica.
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El encargado de la División de Energía Renovable del IIBI, Bolívar Rodríguez, considera que la producción de biogás para su aprovechamiento permite un efectivo control ambiental en puntos en donde se producen grandes concentraciones de desechos animales, como granjas de cerdo o de ganado vacuno.
El IIBI está promoviendo esa biotecnología entre productores porcinos de San Francisco de Macorís, Tenares, Salcedo y Nagua, con apoyo de la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID). Cuenta que han instalado cinco digestores en granjas de cerdo, cuya generación de biogás es utilizada para cocer los alimentos (de esa manera dependen menos del GLP).
Están instalando un nuevo digestor en un proyecto lechero en Mao que producirá energía para una planta eléctrica.
Un obstáculo para el desarrollo de esta biotecnología es que las entidades bancarias no financian su instalación.
Con pulpa de café
La CNE también acompaña varios proyectos en esa dirección. El director de Fuentes Alternas del organismo, Onil Abreu, dijo que han asesorado la instalación de entre ocho y 10 reactores para la producción de biogas a partir de diferentes materias primas.
Cita que en una finca de café de Jarabacoa instalaron dos reactores que funcionan con los desechos que se obtienen de despulpar el grano, los que se ponen a fermentar para la producción de biogás.
Ese combustible limpio ha permitido un ahorro del 50 por ciento de los recursos que destinaban para la compra de combustible para una planta eléctrica. Además, les provee un abono orgánico que utilizan en las plantaciones de café.
Una donación del gobierno de Austria, de $360,000 euros, permitirá a la CNE instalar entre 8 y 10 nuevos reactores.
“Comenzaremos en el proyecto Ysura, en Azua, donde hay de 500 a 600 cabezas de ganado. Utilizaremos el estiércol de las vacas para producir gas. En el proyecto tienen un complejo donde tabulan las vacas y necesitan mantener una planta de 100 kilovatios. Con ese gas que se va a producir ahí se eliminará totalmente el consumo de combustible fósil. Tenemos todos los estudios”, informa Abreu.
Los reactores ya instalados fungen como proyecto piloto con el interés de que los productores de carne o de leche conozcan las múltiples ventajas de aprovechar los desperdicios de la actividad que realizan.
El director de Fuentes Alternas de la CNE dijo que el organismo tiene el propósito de que en Moca cada granja porcina instale uno o varios reactores para disminuir la gran contaminación que produce esa actividad en el municipio.
Con cáscara de arroz y bambú
En Bonao, la empresa de capital estadounidense Koar Energy Resources desarrolla un proyecto modelo para la generación de gas de síntesis a partir de biomasa como el bambú y la cáscara de arroz.
Los planes de la empresa son ampliar la planta generadora de uno a diez megavatios a fin de inyectar esa energía limpia a la red.
A esos fines, recientemente, firmó un acuerdo con la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE).
“Es un proyecto aprobado. La CDEEE firmó con ellos la compra de toda la energía que produzcan. Lo único que necesitan es quien les siembre la materia prima. Cualquier biomasa. Ellos se instalaron en Bonao para aprovechar la cáscara de arroz”, dice Abreu.
GENERAN BIOGÁS CON PORQUINAZA
En Licey al Medio, Santiago, las granjas de cerdo aportan el 33 por ciento de la producción porcina nacional. La contaminación resultante de esa actividad económica llevó a los miembros de la Asociación de Porcicultores de Licey al Medio (Aporli) a la ejecución del proyecto “Aprovechamiento de la porquinaza para producir abono y energía”, con el acompañamiento del Centro de Orientación, Apoyo y Promoción a la Inversión (Coapi) y el apoyo financiero del Fondo de Inversión para la Protección Ambiental (FIPA).
El proyecto consistió en la sustitución de lagunas, donde depositaban las excretas de los cerdos, por biodigestores, que son grandes bolsas diseñadas de un plástico especial llamado poliestileno, con una válvula de seguridad para evitar el escape de gases.
Esas bolsas son colocadas en una fosa que puede tener hasta 20 metros de largo por dos de ancho. Esa infraestructura cuenta con un separador de sólidos.
Durante un mes las aguas residuales son depositadas en el biodigestor. Tras ese período unas bacterias empiezan un proceso de fermentación que desprende biogás o gas metano, combustible con el que los porcicultores generan energía para su actividad productiva y labores domésticas.
El agua, ya libre de contaminación, sirve como abono, que utilizan en pastizales y otros cultivos.
Un análisis comparativo de la inversión mensual en combustible de una granja que instaló un biodigestor arrojó una reducción de 60 por ciento en la compra de GLP y en el pago de la factura eléctrica.